Metacognición y HH.SS
REFLEXIONES EN LA RENFE
Este tema me vino a la cabeza cuando me posicioné en dos situaciones que imagino que todos hemos vivido.
En clase de matemáticas, me dispongo a resolver un ejercicio, soy capaz de resolverlo y si me piden que explique porqué lo he resuelto así, soy capaz de dar explicaciones del proceso que me ha llevado a obtener un resultado satisfactorio. Sabría desmenuzar paso por paso lo que he tenido que ir haciendo, incluso si se me pide ir mas lejos, que reflexione sobre los procesos mentales que he utilizado, podría discernir que he utilizado un sistema de símbolos, que he acudido a reglas y fórmulas que se encuentran en mi memoria a largo plazo. En el caso de que estas “antiguos conocimientos “ no me sirvieran para resolver el ejercicio, el aprendiz, en este caso yo , seria capaz de analizar cómo está pensado así aquello de lo que pienso.
En un encontronazo con un antiguo compañero de clase que hace años que no veo¿ cómo reaccionaria? Le saludaría, le preguntaría que es de su vida, o por el contrario miraría hacia otro lado y continuaría mi camino. En esta situación ya no encontramos fórmulas aplicables independientemente de los datos, aquí entre en juego algo mucho más complejo. Bien es cierto que culturalmente estamos dotados desde pequeños con algunos estándares de cómo debería de ser esta situación. Pero en el caso de esta situación concreta no son tan fáciles de aplicar las fórmulas como en la anterior, en esta situación entrarían en juego seguramente habilidades sociales, el ser empático, la escucha activa, la sintonía… pero en el momento de su realización no soy ( al menos yo) capaz de desmenuzar con tanta facilidad los pasos y muchos menos de esclarecer en que he pensado para actuar de determinada forma. Supongo que lo más fácil será recurrir a la experiencia propia, a como yo he actuado en otras situaciones similares.
En esta segunda situación entran en juego de una forma más latente el lado macro de la cultura (sistema de valores, derechos, intercambios, obligaciones, oportunidades..) y el lado micro (como las demandas de un sistema cultural afectan a los seres que deben operar dentro de el), sin olvidarnos del individuo y su bagaje.
Las habilidades sociales en este ejemplo estarían mas cerca de lo que Zajoc define como emoción, esto es, una respuesta directa y no mediada al mundo con consecuencias cognitivas subsiguientes, que de la metacognición que es posible en la situación primera.
Si os encontrarais conmigo dentro de unos años ¿ Qué habilidades sociales entrarían en juego? ¿Consideráis como una habilidad social aplicar formulismos culturales? ¿El no saludar en la situación dos implicaría no poseer habilidades sociales?
3 comentarios
Anónimo -
Creo que como bien dices, en el ejercicio de matemáticas es mucho menos subjetivo y nos permite estar fuera de él para reflexionar metacognitivamente. En el caso del encontronazo fortuito,yo necesitaria verme fuera, pasado un tiempo(a los X minutos, o a los X años como te pasa a ti en la situación de los calcetines que me cuentas)para poder pensar en como han sido los procesos que me han llevaron a responder de una forma y no de otra.
Un saludo
Alejandro -
Una de las cosas que diferencian el problema de matemáticas del problema "social" es que el segundo enfatiza más elementos subjetivos que el primero. En el segundo tú formas parte de la situación, en el primero es más fácil objetivar y por lo tanto, atender.
En la situación social tendrás, por ejemplo que gestionar las emociones, de ahí que no estoy del todo de acuerdo que las HHSS no correspondan a elementos metacognitivos y sí emocionales. El debate de Lazarus y Zajonc que mencionas está sesgado, no es ni uno ni otro, desde una concepción holística los dos están intergrados. Cognición y emoción forman parte de una misma experiencia.
El que puedas supervisar, dirigir y/o gestionar tu desempeño, dependerá de muchas cosas. Entre otras de las distinciones que tengas disponibles ante esa situación (en cierta manera recursos), del uso de dichas distinciones (habilidades de aplicación), del contexto (y la habilidad de detectar, por ejemplo ¿es apropiado saludar? ¿es relevante? ¿qué pasa si saludo? ¿qué pasa si no? ¿es el momento?..etc.. etc..)
Todo eso dependerá por ejemplo también de hasta qué punto puedes pensar simultáneamente sobre tantos asuntos, o si lo puedes hacer secuencialmente. Si puedes abstraer o no.
Lo cansada que estés, de dónde vengas y cómo te encuentres.
De lo que te importe o cómo lo estés valorando. De los juicios que hagas sobre ti, o sobre la otra persona, o que vayas más allá de juicios y simplemente actúes.
Etc.. etc...
Mil posibilidades (entre ellas, de nuevo los órdenes de conciencia).
Hace un par de meses me encontré por casualidad a una chica que conocí hace muchos años, en plena adolescencia.
Estaba de encargada en una tienda de ropa de Valencia, cobrando. Fui a pagar, la vi y la reconocí. Estaba físicamente cambiada (como yo, claro), tenía mucho maquillaje, pero la reconocí enseguida.
Enseguida sentí una emoción intensa de nerviosismo, me latía el corazón más fuerte. ¿Por qué? Porque recordé el momento en el que la conocí. Los dos tendríamos entonces unos 14-15 años, más o menos. Ella era entonces muy popular, muy guapa. Entonces me había gustado mucho, pero nunca pasó nada entre nosotros. Era curioso pero en menos de un segundo conecté con todo aquello, con mi timidez e inseguridad de entonces, con el significado de toda una época. Y ahí estaba yo esperando a que me cobrara ¡unos calcetines! (de lo más romántico para la situación).
Ja... pensar en los calcetines hizo que sonriera, volví a situarme en la situación actual. No la veía desde hacía más de 10 años. No habíamos tenido ningún tipo de relación. Veía parte de su cambio como veía entonces parte del mío propio. Tomé contacto con todo esto y sonreí para mí. Llegó mi turno. Le di los calcetines. Me miró y me dijo: "Son 20 euros", le di un billete. Me dio el cambio, lo cogí y salí tranquilamente. No sé si me reconoció o no. Lo dudo, ni siquiera me miró directamente a los ojos. No le sonreí. No le dije nada. ¿Por qué? Para mi no tenía ningún sentido entonces. Y me daba igual si ella me reconocía o no. De hecho ahora era una persona desconocida, como yo para ella. En ese momento, en ese contexto de la tienda, en ese contexto de mi vida, eso es lo que hice. Ya no había taquicardia, sólo una media sonrisa nostálgica, pero por haber recordado una época que ya no volverá (ja.. afortunadamente).
Bueno, no sé si con esto te digo algo.
Un saludo
Alejandro
Cristina -
Me ha gustado mucho tu comentario. Ya no solo se trata de una situación más compleja, sino que también habría que tener en cuenta a la otra persona. Sí es cierto que se trata de un comportamiento individual el tomar la decisión de saludar o no saludar puede parecer solo nuestra, pero aparecerán marcadores de contexto (una sonrisa, cruce de miradas...) que nos ayudarán a optar por un comportamiento u otro. Si bajaras la cabeza seguramente yo tampoco te saludaría.
Un saludo. jeje