Mea culpa
No se si será el mejor sitio para escribir sobre el tema que voy a tratar, pero espero que al menos os sirva para no caer en mi mismo error. He de confesar que he pecado, he pecado de novata, he pecado de cobarde y lo que es aún peor he pecado de arcaica. Para que os pongáis en situación mis queridos lectores, imaginaos en un colegio de Villaverde al que acudís los jueves para dar animación a la lectura desde hace un mes, el colegio es muy variopinto nada más ver el edificio se puede dar cuenta uno de lo que puede haber dentro (ej.: para ir al gimnasio hay que atravesar por el comedor). El horario en el que se imparte es durante el tiempo de comedor, ya que todos los niños no caben comiendo a la vez y según la directora de alguna forma los tendremos que entretener. Ahí entro yo, que soy algo así como la chiquita que los entretiene, o eso al menos es lo que me trasmiten y siento yo.
Para seguir enmarcando la situación, los niños tienen edades variopintas desde los 5 años a los 8, los cuales varían, ni siempre son los mismos, ni siempre tengo el mismo número de ellos aunque generalmente oscila entre los 28 o 30. A todo esto se le añade que la gran mayoría es de raza o etnia diferente.
La actividad la realizamos normalmente en la biblioteca, menos aquel día, en el que les tuve que pasear por todo el colegio hasta que encontramos un aula libre, el gimnasio. La situación fue vivida por los niños con total desconcierto, los paseos por el centro les descentraron completamente, varios profesores nos mandaban para acá y para allá, por lo que la primera desconcertada era yo.
Para ir al grano, al no controlar la situación comencé a elaborar en mi cabeza una lista de técnicas de modificación de conducta y de utilización de recursos. Hasta aquí casi todo bien por mi parte, acoté el espacio del gimnasio con bancos, les expliqué el porque de nuestro cambio de aula, les pregunté sobre las actividades realizadas con motivo del día del libro… ,les propuse las que tenia yo preparadas para que eligieran el orden. Aun así era evidente que algo fallaba su atención estaba completamente dispersa, los insultos y bofetadas entre ellos convirtieron el gimnasio en un rin de boxeo más que un aula apta para animar a la lectura. ¿Cuál fue mi respuesta? Acudí a la forma en que mi maestra Ramona nos trataba cuando “nos portábamos mal”, me puse a dar voces, a repartir castigos a imponer y mandar, hasta el punto de que cualquier dictador se hubiera sentido congratulado con mi práctica. De ahí mi sentimiento de culpa, de ahí mi falta de compromiso y de de ahí mi mea culpa.
Tras todo ello me hago esta pregunta desde ¿creéis que me lideró el contexto?
2 comentarios
Ana Belén -
Lo malo no es reaccionar de esa manera (como comenta Alejandro, seguro que muchos habríamos reaccionado igual), pienso que el problema está en quien no se da cuenta que esa es la única estrategia que tiene para conseguir el orden.
De la experiencia, unida a la reflexión, se aprende mucho.
Un saludo,
Ana Belén
Alejandro -
Te lideró el contexto y sobre todo el buscar seguridad. De ahí que en vez de utilizar lo que pasaba (algo muy difícil) quisiste imponer orden (para seguir tu propia necesidad de seguridad). El contexto desde luego no ayudó, no era nada fácil. Ese contexto facilitaba la aparición de conducta desorganizada, desde luego que sí. También seguías tu idea y propósito de hacer algo respecto la lectura (que probablemente no era lo más relevante para los niños, al menos no inicialmente).
Yo creo que cualquiera hubiera reaccionado igual.
Míralo por el lado bueno, qué buena experiencia de aprendizaje para el futuro, gracias por compartirla.
Un saludo
Alejandro